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lunes, 22 de marzo de 2021

BEGOÑA FERNÁNDEZ. PROFESORA DE PT. #TESTIMONIOSINCLUSIVOS

BEGOÑA FERNÁNDEZ. PROFESORA DE PT.


Hoy os presentamos el testimonio de Begoña Fernández, maestra de Pedagogía Terapéutica que trabaja y lucha para que todas las personas con y sin discapacidad, tengan una buena Educación de calidad, inclusiva y equitativa y que no se vulneren sus derechos. 

Con su testimonio seguimos visibilizando y poniendo en valor a las #MaestrasInclusivas.

A continuación te invitamos a escuchar y leer sus #TestimoniosInclusivos.


"Soy una mujer con parálisis cerebral y 66% de discapacidad. Tengo autonomía en la marcha y en la manipulación e inteligencia media. Por ello, llevo una vida normalizada (vivo sola, tengo algunos amigos, pareja...).

Aprobé las oposiciones de maestros/as  en la especialidad de Pedagogía Terapéutica del año 2009 en el turno de discapacidad. Solicité reducción de un tercio de mi jornada, ya que trabajar mañana y tarde me desgasta mucho. Trabajé durante 6 años de profesora de apoyo en un colegio de Vitoria. 

Mis compañeras del servicio de apoyo me veían como una compañera más. Intentaban adjudicarme alumnado que no tuviese dificultades del comportamiento, puesto que, debido a mi debilidad y pérdida leve de equilibrio,  querían protegerme de posibles accidentes.

Mi trabajo consistía en dar sesiones de apoyo de matemáticas y lenguaje, tanto dentro del aula ordinaria como en el aula de apoyo. Las dificultades motrices y orales las intentaba paliar con el uso de la tecnología. En general, los tutores y las tutoras no tenían problemas con que yo fuese la profesora de apoyo. Sin embargo, algunas tutoras usaban el último claustro del curso para quejarse de que sus alumnos y alumnas no habían mejorado lo esperado porque yo había sido su profesora de apoyo. Incluso  añadían que mi sustituta del tercio que me reducía, conseguía más mejorías que yo. 

Estaba cansada de esta desconfianza por parte de estas tutoras, por lo que decidí pedir traslado a otro colegio como consultora. Pensé que, al ser un trabajo de oficina, no tendría conflictos con respecto a mi trabajo. 

A este colegio acude una mayoría inmigrante, por lo que hay mucho trabajo con respecto a la coordinación con los servicios sociales y el nivel  académico de los alumnos y alumnas. 

Mi sustituta y yo nos repartimos los ciclos, yo intervenía en primaria y ella en infantil, aunque yo era la última responsable y supervisaba su trabajo.

En primaria, preparaba material para alumnado que necesitaban reforzar contenidos de cursos anteriores y para los que les daba refuerzo; solucionaba problemas con los servicios sociales; solicitaba valoraciones al COP o pasaba pruebas de scrining.

Este trabajo no fue valorado por parte de dirección, puesto que la directora me manifestó su desaprobación hacia mí, alegando que cuando había peleas en el patio no iba a separar al alumnado implicado. Siendo cierto que no lo hacía, era debido a que sabía que soy débil y que en esos momentos mi lenguaje no sería comprendido. Sin embargo, después intentaba hablar con ellos de lo ocurrido y de qué podían hacer para que no volviese a ocurrir. 

Un vez más, se dijo que mi sustituta hacia un trabajo más satisfactorio que el mío. 

Desde la delegación de educación del Gobierno Vasco me ofrecieron una plaza en un colegio de educación especial, como consultora igualmente. Esta plaza era de nueva creación para cuando el psicólogo que había en el colegio se jubilase. Este psicólogo tenía un contrato de relevo, por lo que trabajaba un día y una psicóloga que hacía el resto. Ellos ya llevaban la gestión del alumnado, familias, servicios sociales, etc., por lo que mi tarea fundamental sería dar un impulso a la tecnología para la comunicación que tenían y que no usaban. Ese trabajo no lo haría sola, sino que trabajaría dentro de un grupo de comunicación formado por la psicóloga y las dos maestras de audición y lenguaje (ALE). Nuestro objetivo sería que todo el alumnado accediera a un sistema de comunicación adaptado a su persona.

El planteamiento me pareció bien porque se trataba de un trabajo colaborativo. Además, al ser un colegio al que acuden alumnado con diversidad funcional, pensaba que  encontraría otra actitud hacia mi persona y mi trabajo. 

A principio del siguiente curso empezó a trabajar el grupo de comunicación. Primeramente tuvimos que aprender nosotras el funcionamiento de esa tecnología y conocer el perfil del alumnado. Después hicimos sesiones de formación al resto del profesorado. Con todo ésto conseguimos que esa tecnología se empezase  a utilizar con algunos/as alumnos/as. Los resultados fueron satisfactorios para ellos/as. 

En el centro había un aula multisensorial, de la que yo era responsable de su uso y mantenimiento. Una ALE y yo realizamos un  taller con alumnado que presentaba dificultades del comportamiento. Yo prácticamente me ocupaba del control de la tecnología y de preparar las actividades. Ella se encargaba de dirigir el taller y controlar al alumnado, apoyada por los/as tutores y las auxiliares, que también acudían. El taller gustaba tanto a los alumnos como a los adultos.

En el siguiente curso teníamos intención de seguir con el trabajo empezado el curso anterior y extenderlo al resto del alumnado. Una ALE ya no estaba en plantilla. La dirección del colegio decidió quitar el grupo de comunicación alegando que los logros conseguidos el curso anterior eran fruto del trabajo de la ALE que ya no estaba en plantilla. A mí me adjudicó funciones de mantenimiento informático.

Yo pedía explicaciones pero no obtenía respuesta. No entendía nada. ¿Cómo podía ser que quitasen un grupo que había funcionado bien? Al no recibir respuesta, un día discutí con la jefa de estudios por lo que la dirección puso una queja en el departamento de educación.

El departamento de educación propuso una mediación entre la directora y yo. La mediación la realizaría una inspectora ajena al centro. A la primera convocatoria la directora no acudió alegando haber pasado mala noche. En la segunda convocatoria, después de haber expuesto cada una nuestras razones, llegamos a unos acuerdos. La inspectora los recogió y quedó pendiente de escribirlos formalmente. El día que vino al colegio con los escritos para firmarlos, la directora leyó cada uno de los acuerdos y puso pegas a cada uno, echando por tierra las cinco horas usadas el día de la mediación.

Ante este panorama, el siguiente curso estuve de baja. Mientras, intentaba solucionar mis problemas laborales con el departamento de educación, sin ningún éxito. La única solución que encontré fue solicitar la incapacidad laboral, por lo que estoy pendiente de un juicio que se suspendió debido al confinamiento"

Te invitamos también, a conocer y visitar su perfil de Facebook.


Si tú también eres una Maestra Inclusiva y quieres contarnos tu experiencia y dar tu testimonio inclusivo de cómo colaboras luchando y trabajando por la diversidad, fomentando la inclusión y una buena atención a la diversidad, ayudando a las familias, profesorado, colaborando en asociaciones, colaborando en la formación...

¡Anímate! 

Estaremos encantados de publicarla. A continuación, te dejamos el enlace a un documento en el que están algunas cuestiones a plantear, que te pueden servir como referencia a la hora de hacer tu vídeo o audio. Pídele a tu hijo/a que te haga la entrevista.

Para testimonios de alumnado, profesorado, asociaciones, etc, también contamos con documentos varios que pueden servir de referencia.

Entre todos/as:
para lograr una #Sociedadiversa
 con un #CambiodeMirada
para decir fuerte y claro #FueraEtiquetas

1 comentario:

  1. Que poca empatia hacia esta profesora, tampoco me sorprende yo trabajo en centros y la gran mayoria de profesores no tienen nada de empatia con la discapacidad ,incluida las direcciones de los centros.Inclusion cero.
    Espero que te vaya bien ,porque como esperes algo de la consegeria vas lista , y g

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