lunes, 22 de enero de 2024

NO ES CUESTIÓN DE SABER, ES CUESTIÓN DE QUERER. EMPEÑO.

 NO ES CUESTIÓN DE SABER, ES CUESTIÓN DE "QUERER".

Mª José G. Corell el pasado día 4 de octubre de 2023, publicó en su muro de Facebook el siguiente post, con el que muchas Orientadoras, profesorado y familias inclusivas nos identificamos, compartimos y apoyamos.

Desde Escuelas Inclusivas le damos las gracias por estas palabras que tanta luz aportan, con el convencimiento, de que seguro que harán reflexionar. Esperamos que muy pronto, se cambie la mirada y toda la sociedad tome conciencia de los DERECHOS DE TODAS LAS PERSONAS A UNA "EDUCACIÓN INCLUSIVA".

A continuación, su texto:

EMPEÑO
Aunque el 1 de septiembre empieza el curso para docentes, el alumnado no se incorpora hasta aproximadamente el día 15.

Desde antes de incorporarse ya se fueron poniendo en contacto conmigo algunas familias para consultarme, familias que TEMÍAN el inicio de curso (no podemos acostumbrarnos a que el inicio sea así, con esta incertidumbre, es muy injusto y muy doloroso), pero desde que se ha incorporado el alumnado, en estos aproximadamente 15 días transcurridos, ha ido en aumento el número de familias que consultan sus dudas y sus temores.

Hasta el punto de que alguna de estas familias ya quieren el cambio de centro, otras han cambiado ya e inician en un centro nuevo y otras se plantean, con dolor, y en contra de su voluntad, volver a educación especial, a pesar del esfuerzo y la lucha que les supuso salir de allí. Se ven obligados, conscientes de estar vulnerando el derecho humano de su familiar, a abandonar la escuela común.

Una de las excusas que se les pone a las familias para rechazar a sus hijos e hijas son los consabidos recursos (que hacen falta, nadie lo ponemos en duda), otra es, "no estamos preparados". ¿Podemos imaginar ir a una visita médica y que te digan que no están preparados?, ¿Que no tienen recursos? O cualquier otra profesión. PROFESIÓN.
Siguen las excusas: No va a conseguir los objetivos, (queriendo decir que no es su lugar o, con más descaro: "¿para que quieres que esté aquí?" "¿Para qué le va a servir ésto?", "¿Para qué quieres que aprenda tal cosa?".

Como si el resto del alumnado, todo él, consiguiera los mismos objetivos. Cada cual conseguirá los suyos y no los que queremos o esperamos que consigan.

Pero hay que plantearse por los recursos que tiene, o deja de tener, una familia. Por su preparación, o falta de ella, (no hace falta decir que no son profesionales de la educación, son, o quisieran ser, únicamente madres y padres).

No es cuestión de saber, es cuestión de querer (querer de amor y querer de voluntad), querer que esté con el resto y querer aprender.

Es cuestión de hablar mucho con las familias y coordinarse con ellas y entre profesionales.

Es una OPORTUNIDAD, una oportunidad única de aprendizaje para toda la comunidad educativa, una oportunidad para favorecer la convivencia, para favorecer el respeto mutuo, la interdependencia, la ayuda mutua,... (enseñamos lo que somos y lo que hacemos, enseñamos actitudes a través de las que mostramos).
Cuando queremos que ese alumno o esa alumna NO ESTÉ en nuestro centro, en nuestra aula y nos "deshacemos" de él o ella, además de causar un daño irreparable a esa persona, lo es también para todo el alumnado y para toda la comunidad educativa, perdemos la oportunidad de aprender y de enseñar. Ahora es este alumno o alumna, pero el curso siguiente será otro, y otro, y otro más, y seguiremos apartando, segregando. ¿Hasta cuándo diremos no sabemos, no podemos, no estamos preparados, no tenemos recursos, bla, bla, bla...?

En el caso de las familias, cuando nace su hijo o hija o cuando le dan el diagnóstico, ¿Estaban preparados?,
¿Cómo lo hacen en la familia?, ¿Tienen-tenían recursos?, ¿Por qué lo hacen? ¿Tenían formación? (Porque ahora me consta que sí la tienen. Según haya sido su historia, se han formado-leído sobre educación, orientación escolar, legislación educativa, medicina, ...)

¿Qué hace la diferencia?
Creo que una diferencia es el EMPEÑO que pone la familia para que su ser querido consiga los hitos de desarrollo al máximo de sus posibilidades.

EMPEÑO en que no sufra, EMPEÑO en que no viva el rechazo, EMPEÑO en que experimente el cariño de su alrededor, EMPEÑO en que pueda ser quien es, con todas sus características, (como pasa en su casa).

La familia, además del amor, el empeño, la dedicación...sabe que "le toca" hacerlo, además de querer (de voluntad) sabe que es su obligación como adultos responsables del menor.

Cuando llegan a la escuela suelen llevar ya una mochila de experiencias desagradables y de luchas en distintos ámbitos.

Llegan a la escuela y perciben (cuando no se lo dicen directamente) que no quieren a su hijo o hija, que no lo quieren allí, que se vaya a otro sitio, que se quite de su vista.

"No puedo atenderlo porque tengo 20 (ó X) más". Lo he vivido en un aula con 10 alumnos, un aula ordinaria. (Con recursos: nunca estaba la maestra sola, llegué a contabilizar 5 adultos al mismo tiempo en el aula) y no se podía.

Para el alumnado y sus familias son demasiadas expresiones, comentarios, conductas, actitudes... discriminatorias, (llamemos a la cosas por su nombre). Me decía el otro día una madre "mi hijo no puede ser siempre el último", porque su hijo no cuenta, solo cuentan los 20 más. No, son 21, no son 20+1, son 21; 21.

Son muchas cosas, muchas expresiones y actitudes que tenemos que cambiar.

En una visita del alumnado de sexto de primaria a un IES, acompañaba a una alumna con una enfermedad que le dificultaba la motricidad, entre otras afecciones. Guió la visita el equipo directivo del IES. Al llegar al ascensor dijo que no se podía usar a no ser que se tuviera un defecto. ¿Un defecto?.

La orientadora del IES me preguntó que qué problema era fulanita. No, fulanita no es un problema, fulanita es una niña y no tiene ningún defecto.

Nos sale la discriminación por todos los poros.

Todos fallamos, todas nos equivocamos, pero habrá que ir aprendiendo y mejorando.

Ese empeño que ponen las familias es lo que tenemos que conseguir en los centros educativos.

Saber que me toca a mí, que es mi obligación y me pagan para eso (no es que haga una hazaña o un favor como se transmite más de una vez a las familias).

No puede ser que queramos quitarnos de encima a nadie. En educación no puede existir el "privilegio" que tiene algunos negocios privados expuesto a la vista y que reza: "Reservado el derecho de admisión".

Es hora (ya vamos tarde) de arremangarnos y, junto a las familias, ponernos a trabajar el "cómo lo hacemos". ¿Cómo podemos ayudar?, ¿cómo podemos facilitar?, ¿cómo podemos acompañar?...

La escuela, ese lugar donde las familias dejan a lo más preciado que tienen, ha de responder como una madre para toda la infancia.
Aprovechemos la oportunidad, demos/démonos la oportunidad.

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