TESTIMONIO INCLUSIVO. FAMILIA. MERCEDES BERNAL.
A Mercedes Bernal Márquez la definimos como una gran #AgenteInclusiva. Algunas de sus palabras:
"Hace ya once años empecé a cuestionarme muchas cosas y a luchar para provocar un cambio de miradas en la sociedad en general, mirada que como sabes, hemos heredado y asumimos, pero que desgraciadamente discrimina y hace daño.
Mi aportación siempre ha sido colaborar en lo que pueda para visibilizar, colaborando con el Ayuntamiento, con los centros.... para poder trabajar desde la base, con los niños/as, realizando charlas, debates, talleres... para intentar mover conciencias en los iguales.
Lo primordial está en la convivencia.
Si a un niño se le niega poder convivir con los demás, todos pierden. La discapacidad no es algo personal y de dentro... está en el entorno, es social. Y esa es mi lucha principalmente... aportar un granito de arena. Porque como sabes, Mª Eugenia, me cuesta encontrar personas que se contagien de esa visión, que se liberen de prejuicios y excusas, que no sigan poniendo el foco en el niño, en lugar de en todo lo demás, para que realmente todos seamos iguales en derechos y dignidad".
El pasado día 21 de junio de 2024, ella publicó esta reflexión, que hoy recogemos en nuestro blog.
Después de analizar y reflexionar sobre
tantas y tantas experiencias vividas con los estudiantes de todos los centros
de Rota y alrededores, durante más de una década, hay algo que me sigue
preocupando mucho y por desgracia va en aumento. Hablo del horror de la soledad
que viven a diario muchos niños y niñas y adolescentes en sus centros
escolares, donde, como sabemos, pasan muchísimas horas de sus vidas.
Hoy me recordaba Facebook, algunas fotos
de estos años. Esta es muy especial para mí, porque es de la clase de mi hijo
cuando estaba en infantil. Jugamos y aprendimos con el cuento de “Las jirafas
no pueden bailar” de Giles Andreae, que trata de la importancia del apoyo de
los demás para construir una confianza positiva en uno mismo. Además, sabemos
que sin ese apoyo y acompañamiento abocamos a muchos estudiantes a una soledad
muy peligrosa.
Es emocionante entrar en clases de
secundaria y ver a esos mismos niños con los que jugamos con los cuentos en
infantil, o realizamos dinámicas o juegos en los patios en primaria, para
precisamente concienciar de la necesidad que todos tenemos de encontrar esos
apoyos en nuestros iguales, para sentirnos partes de un grupo; entendiendo como
base del respeto el no rechazar a nadie. Debatiendo con ellos sobre
experiencias relacionadas con la diversidad con la que conviven cada día, te
das cuenta que la semillita va calando.
Pero a veces siento que esa
transformación de miradas va muy lenta, confiamos en que esos adultos del
mañana puedan desprenderse de la gran lacra social que arrastramos que es el
capacitismo, pero siguen repitiéndose situaciones que no deberían seguir
ocurriendo. Situaciones y momentos que provocan mucha soledad y como
consecuencia mucho dolor.
La responsabilidad de que esa soledad
siga manifestándose y siga matando (morimos por dentro al ser invisibilizados
socialmente), creo que es compartida. Una de las cosas que hablamos con los
estudiantes, es la necesidad de convivir de una manera positiva y para ello, es
fundamental trabajar la empatía, el respeto, la asertividad... Todos aprendemos
a definir lo que es la empatía, incluso la ponemos en práctica, pero la empatía
debe ir de la mano de la compasión. Pero no en el sentido de la pena, la
caridad o la ternura, sino que debemos aprender a aplicarla entendiéndola como el
deseo de actuar para evitar el sufrimiento de otras personas cuando se
enfrentan a él. De que le sirve a un niño o niña, que tengas empatía, que
entiendas su preocupación, angustia o temor, que seas capaz de poder ponerte en
su piel y saber lo que está sintiendo, si no actúas para eliminar ese dolor. Si
no le coges de la mano para darle apoyo y buscar soluciones juntos. Esa
conciencia social de actuar, es la que no termina de llegar, por mucho que nos
esforcemos en visibilizar.
Y digo que la responsabilidad de esta
soledad es compartida, porque es responsable aquel maestro o maestra que no
está atenta o no le da importancia a esos momentos de cada día, donde algún
estudiante se queda solo cuando solicita hacer parejas, o nadie lo incluye
cuando se trata de hacer grupos de trabajo, en actividades deportivas en las
que siempre lo eligen el último, etc. También aquella madre que lleva a su hijo
a veinte cumpleaños de compañeros, y en cada uno de ellos, ve siempre a los
mismos y quiere pensar por ingenuidad o indiferencia, que aquel chico de la
clase que no está nunca es por casualidad. No, no es casualidad, es que nadie
lo invita.
Así que no solo me preocupa, es que me
duele, porque es tremendo comprobar esa sensación que viven a diario tantos
estudiantes, de no ser tenidos en cuenta. Es estar en un sitio y sentir que no
formas parte de él, que no les importas, que no te quieren. Solo basta observar
con detalle y desde el corazón, y no solo vemos por ejemplo niños en el patio
solos, es que si profundizamos más en como se relacionan, vemos a otros niños
que pasan desapercibidos en cuanto a que se les considera “incluidos” en los
juegos con los demás porque lo podemos ver correteando de un lado, a otro,
siguiendo a los diferentes grupitos, limosneando en silencio un poco de
atención. Realmente ese niño, está deseando que digan su nombre, que lo llamen,
que sea uno más y no un simple observador de como los demás disfrutan sin ser
partícipes reales de ese gozo, ya que son invisibles aunque estén.
Lamentablemente aprenden a acostumbrarse a estas situaciones y los demás, lo
normalizamos y consentimos
Termino describiendo una situación, un día cualquiera que van de excursión. Es tremendo vivir como van todos contentos de camino al autobús, y observas a tu hijo. Lo notas inquieto mirando a todos lados y compruebas una vez más, que todos van en parejas y nadie se ha sentado a su lado. Ver por la ventanilla, como rápidamente se pasa las manos por los ojos. Sabes que no quiere que nadie se de cuenta que llora porque encima siente vergüenza, cuando los que deberíamos sentir vergüenza somos los demás por no saber impedir que un solo niño o niña tenga que vivir estos momentos de rechazo, aislamiento e indiferencia, que no son puntuales, sino que se repiten cada día y que ahondan en esa soledad que lo van apagando por dentro".
Muchas gracias de corazón, querida Mercedes por compartir tus palabras, tus reflexiones y tus testimonios, con toda la sociedad.
Esperamos y deseamos que muy pronto, entre todos/as, podamos construir una #Sociedad y unas #EscuelasInclusivas, justas, equitativas, diversas, en la que todas las personas tengan TODOS SUS DERECHOS.
Ese día, sin duda, habremos construido un mundo mejor.